Espero no herir la sensibilidad de cualquier aficionado a la semana santa. Todo es respetable, desde el que tiene pasión por una cofradía hasta el que hace un chiste con eso. Opinión tenemos todos.
La verdad es que, por la escuela donde estudié (oh, la la, c’est la vie) y por las amistades y alguna novieta que he tenido in my life, me he visto mas de una vez en la tesitura de explicar a gente de fuera que coño es eso de la semana santa.
“Yo te lo cuento”… la verdad es que no es nada fasi, hoygan.
En una semana, veo como mi ciudad ya no es mi ciudad, es del ayuntamiento : Las calles abarrotadas se llenan de barricadas con sillas que hay que pagar si se quiere ver algo en condiciones. ¿No tienes pelas ? No pasas, da igual que seas de aquí.
Recuerdo esa época estudiantil, currando en el Mc Donalds de la campana (zona cero del ataque nuclear cofrade), en la que tooodos los dias tenía que pelearme con los vigilantes y la policia local para decir “cuchaqueteviadisí, que necesito entrar para currar, sabetu?” y mil y una historias igual de potitas.
A ver cómo explicas tú que un grupo de fieles, que veneran a Jesucristo por encima de todo, se lanza a la calle a celebrar su muerte, en vez de su vida.
Que Diox me perdone, desde mi punto de vista, la semana santa puede ser arte, música… y fe… muy poquita.
Los sevillanos de a pie conocemos a muchos “capillitas”, gente que durante todo el año es igual de buena gente o hijoputa que cualquiera, pero que llegada la semana santa hacen “penitencia”, lloran al ver su cofradía y son los mas católicos y santos del mundo.
Es la semana de la hipocresía, en la que las filas de nazarenos esconden bajo sus capirotes a muchísimas personas que durante el resto del año no pisa una iglesia … ni la suya propia.
Es la semana de la desigualdad, en la que las mujeres no pueden salir en todas las cofradias.
Es la semana del negocio, en la que la botella de agua cuesta 3 euros y el bocadillo 5, y la silla del ayuntamiento… ni lo sé. Pero se alquilan hasta los balcones de las casas a precios de oro.
Es la semana, en fin, en la que Sevilla, como exponente mundial, nos vende la fe, el dogma, la penitencia, el arte y el incienso. Nos vende el tópico del que, durante el resto del año, parecemos querer escapar haciéndonos los modernos, europeos y tal, mirusté.
Siempre recordaré aquel dia en la plaza del museo, en el que la marea de gente estaba aplastando contra una pared a un niño que se echó a llorar y alguien le gritó, en medio del silencio: “haga usted callar al niño, mas respeto, que está pasando el señor“, y el padre del niño contestó gritando “mas respeto por las personas, señora, que lo mio es un niño y eso es un muñeco !!!”
Amén, hermano.
En fin, que nadie os lo cuente. Si podeis, venid algún año a Sevilla y vedlo con vuestros propios ojos… increible, agobiante, apasionante, indigante… no te dejará indiferente, seguro.
