EMILIO CASTELAR
El historiador envió a su secretario a casa del poeta murciano Federico Balart para informarle de que acababa de fallecer el político Nicolás María Rivero. El secretario desconocía la íntima amistad de Balart con el difunto y le dio la noticia de sopetón. Al observar cómo entristecía el murciano, e intentando suavisar su mensaje, exclamó:
“Don Federico, sociéguese usted. Puede que no se haya muerto del todo“.