Este post no tiene ni pies ni cabeza pero me apetecía escribir algo en tono paranoico personal, que lo echaba de menos, ¡hoygan!
Aunque la URL del artículo ponga “ano nuevo, vida nueva” este post no va ni de transplantes de esfínteres ni de penetración anal, no (así que Quater, ya puedes dejar de leer). Este post va de los propósitos que todos y cada uno de nosotros se ha hecho al comenzar el año.
Os voy a dar una buena noticia: no vamos a cumplir ni uno sólo de ellos. Ahora que ya somos conscientes mucho mejor, porque nos vamos a ahorrar mucho tiempo y frustración por no llevarlos a cabo. ¿A que mola?
No tendremos que prescindir de la drogaína del tabaco, no tendremos que sudar como perracos en el gimnasio para perder esa barriguita cruzcampera que tantos años y esfuerzo nos costó conseguir (oh amada rubia que estás en las tascas), ni siquiera tendremos que ponerle buena cara a la suegra cuando vayamos a visitarla. Porque la verdad, aunque plagada de tabaco, cerveza y suegras, nos hace libres. Es una realidad llena de humo, alcohol y pellejo – como las discotecas que frecuenta Rufo – , pero joder, nadie dijo que la verdad tuviera que ser perfecta.
Aunque dentro de esa verdad imperfecta hay algo positivo. ¿Te ibas a apuntar al gimnasio? Eso serían… veamos… ¿50 euros de matrícula más 50 euros al mes? Más o menos. Pues coge el dinero que ibas a gastar en 8 meses de gimnasio y cómprate la Play 3. Encima te sobran 4 meses para invertirlo en cerveza, en salir con tu parienta y en pagarle a tu suegra un viajecito por ahí pa que por lo menos te deje tranquilo 7 días (y ensima quedas como Dios).
Que tu propósito de comienzo de año no implique sufrir como una perra, sino en pasarlo de puta madre. Que bastante tenemos ya con la crisis de los cojones como pa que encima nos amarguemos por gusto. Be birra my friend.