Un amigo le pregunto: “¿Es muy difícil llegar a ser sabio?“.
“Pues sí -respondió el premio Nobel de medicina-; sobre todo por los pequeños detalles. Para mí lo más difícil ha sido aprender a ser distraído en público, a perder el sombrero, a echar el reloj en el agua hirviendo y a mirar la hora en el huevo en vez de ponerlo a cocer. Menos lo del huevo, que es muy complicado, todo lo demás me sale ya bastante bien“.